domingo, 21 de febrero de 2010

Saldrá el Sol

Un nuevo capítulo en la Historia de nuestra Semana Santa. El Pleno de Hermandades de Penitencia ha aprobado incluir en la nómina de las Cofradías que realizan la Estación a la Catedral a la Hermandad del Sol. Lo hacía precisamente de la mano de una tregua de esta lluvia continua que estamos padeciendo. En la mañana del pasado sábado-la primera que este visitante identificaba como clara de Cuaresma-, no ha querido faltar esa luz que nos despierta los sentidos, para recibir a su homónima Hermandad.

No oculta este visitante su debilidad por esta corporación. Realmente todo aquel que sea amante del buen gusto, del hacer bien las cosas, reconocerá la valía de esta humilde Hermandad. La lluvia se ha vuelto a apoderar de La Ciudad y, con ese estado de ánimo apagado característico de los anocheceres de los Domingos de Cuaresma- donde todo lo que al mediodía parecía cercano, se muestra ahora lejano-, este visitante reflexionaba sobre lo que supone esta nueva incorporación.

En esta mediocre evolución en la que vive instalada nuestra Semana Santa, tanto en sus valores, como en su estética, esta Hermandad supone un soplo de aire fresco. Frente al viciado modelo de lo “muy sevillano” – este visitante se echa a temblar cada vez que escucha esta “definición”-: esa repetición de los cánones estéticos marcados por Rodriguez Ojeda; esos Misterios con pasajes de la Pasión cargados de romanos y olivos; costaleros que se creen los verdaderos protagonistas de la celebración; o esos desfiles de Bandas de CC y TT –“nazarenos-orquesta” incluidos-; frente a todo esto, nos llega esta nueva Hermandad.

Este visitante hace tiempo que la conoce. Se va a echar de menos del Sábado de Pasión, cuando contemplarla parecía algo exclusivo –simplemente el repertorio musical del Palio era una gozada-, pero encajará perfectamente el Sábado Santo. Su apuesta es arriesgada en estos tiempos. Apostar por recuperar elementos perdidos en el tiempo, reinterpretándolos a los tiempos que corren, es arriesgado. Adoptar un titular cristífero que represente una visión profética como es el Varón de Dolores, es arriesgado. No se capta de inmediato, y esto, en estos tiempos de búsqueda de la satisfacción y reconocimiento inmediato, no gusta.


Buscar un cortejo a la vez elegante y singular, cargado de simbolismo y elementos recuperados, innovando con túnicas de ruan verde, no es lo inmediato.

Pero el gran acierto de esta Hermandad, y su gran aportación a la Semana Santa (posiblemente desde la incorporación a la nómina de Los Servitas en 1972 no se aportaba estéticamente-el incremento cuantitativo no ha ido siempre de la mano de uno cualitativo-), es sin duda el Misterio de la Sacra Conversación que se representa el Paso de Palio. Algo que era común en pasados siglos (en Hermandades como San Isidoro, La Esperanza de Triana, o el Valle), y parecía haberse perdido para siempre (hubo un intento de Jesús Despojado de recuperarlo), se podrá ver en la calle el próximo Sábado Santo.



Gana La Ciudad recuperando esta bella estampa que hasta ahora solo se podía contemplar el Domingo de Resurrección con la Virgen del Valle, pero que se seguía manteniendo en otras ciudades. A modo de anécdota en Jerez, la Virgen de la Piedad de la Hermandad del Santo Entierro, se rodea de San Juan y las Tres Marías.



Estas son sus cartas de presentación. Como todo en la vida, iran mejorando, pero las bases están puestas. No ha sido fácil el camino. De hecho aún tiene que pasar un último trámite en Palacio para su incorporación plena. Pensarán por el Plantinar que el esfuerzo habrá valido la pena. Muchos en La Ciudad, pensamos que también, que entre estos nubarrones que acompañan a la evolución de nuestra Semana Santa, es de aplaudir que de vez en cuando salga el Sol.



Enhorabuena a esta querida Hermandad.

sábado, 13 de febrero de 2010

...Hermandad y Cofradía de Nazarenos y Nazarenas

Era una de las imágenes más impactantes de la Semana Santa. Recuerda ahora este visitante su primera Madrugá –apenas tendría 6 años-, su primer encuentro con el Señor. En la inmensidad temporal que suponía pasar una noche en vela, me encontraba en la plaza de Molviedro, donde el silencio le iba ganando poco a poco el pulso a las largas filas de nazarenos. Recuerdo perfectamente esa primera visión, -mira como se mueve la túnica, viene andando-me comentaba mi abuela, dirigiendo mi mirada hacia la calle Castelar. La Imagen que solo conocía de las visitas de los Viernes a San Lorenzo, ahora la tenía ante mi. Y todo se recubría de un halo de misterio que hasta un niño de esa edad le resultaba desgarrador. Pero sí hubo una visión que me impactó sobre manera, fue contemplar el cortejo de devotas que, protegidas con pañuelos y chubasqueros, iban de promesa tras el Señor, bajo una auténtica lluvia de cera proveniente de cirios al cuadril.



Ese dramatismo se me escapaba. La visión de esos imponentes nazarenos en contraposición –y oposición- a esas mujeres indefensas e impasibles. No encajaba en el guión que antes había observado en la Semana Santa. Por entonces la mujer no podía salir de nazareno en ninguna Cofradía, y era tal la devoción de aquellas devotas –me decían- que cumplían su promesa de acompañar al Señor fueran cuales fueran las condiciones, antes incluso lo hacían vistiendo un hábito morado con cordón dorado. Me parecía la peor de las penitencias.

Con el tiempo siempre fue una visión que iba buscando tras el encuentro con el Señor. Hoy, cuando afortunadamente ese tramo de cirios ha sido sustituido por cruces de penitente, este visitante se sigue emocionando contemplando estas caras anónimas y cansadas, silentes entre el ruido de sus pasos y el del choque entre cruces.

Esta Semana Santa en el Gran Poder las mujeres podrán salir de nazareno, se acaba de aprobar por unanimidad. Seguramente muchas seguirán en la Madrugá tras el Señor, pero otras podrán vestir su túnica. No es mi intención debatir sobre las formas en que se ha producido, sobre las Normas Diocesanas y otros factores de los que se ha escrito ya tanto- que hasta de los actos de justicia se quiere hacer polémica-. Pero han pasado casi 25 años desde que la Semana Santa empezara a abrir las puertas a la mujer, y aún quedan tres Hermandades que ni se lo plantean –en una de ellas ni siquiera pueden ir a las comidas de Hermandad-, este asunto; es como si lucharan por el dudoso honor de ser las últimas en rendirse.

De la mano de este dramatismo del Gran Poder, su polo opuesto: la alegría del cortejo de la Borriquita el Domingo de Ramos, donde -¡por fin!- podrán participar niñas. Clamaba al cielo que hubiera niñas que tuvieran que asumir un papel sumiso de espectador de un espectáculo en el que solo podían participar sus Hermanos. Se me viene a la mente esas niñas jugando en la “rampla”, con el antifaz de su hermano puesto o una varita en la mano.

Que los cambios y adaptación a los tiempos de la Semana Santa, tienen su propio ritmo, es algo racional hablando de esta tradición centenaria. Pero el caso de la incorporación de la mujer debería haber sido algo menos traumático. Aún mas sabiendo que su no participación es más una prohibición que una tradición, puesto que antes si lo hacían. Fue el Cardenal Illundain quien en 1929, ante la avalancha de visitantes que tendría La Ciudad con motivo de la Exposición Iberoamericana, y en un intento de lavado de imagen de los desfiles procesionales, prohibió la participación de las mujeres en las cofradías (las limitaba a un número de 40 en Hermandades en que participaran tradicionalmente), así como las saetas o alargarse mas allá de las 9 la mañana del Viernes Santo. Así como suena.

El principio de igualdad entre hombres y mujeres resulta vergonzoso que cueste tanto aplicarlo. Por fin se está rompiendo esta injusticia. Eso si, este visitante cruza los dedos esperando que la absurda corriente "progre" que nos invade no acabe “retitulando” a nuestras Hermandades como Cofradías de Nazarenos y Nazarenas (…la arroba mejor ni la miento).