viernes, 27 de febrero de 2009

Los de la Cruz de San Juan

Hay veces que en la vida se encuentran caminos que han existido desde siempre, que se tocan para seguir juntos adelante. Relata hoy este visitante una historia de Hermandad, una historia de amistad.


Desde le pasado día 16, María Santíma de la Amargura y el Señor del Silencio son testigos de la llegada de un Hermano mas. Un visitante asiduo a la Cofradía y Hermandad, que podría hablar de su infancia, adolescencia y etapa adulta hasta llegar a este día en que los caminos se encontraron. No le viene de familia, le viene de encuentros, recuerdos y sobre todo, le viene de amistad.


Recuerda este visitante, como en su niñez, y aprendizaje de la Semana Santa, La Amargura fue el descubrimiento de la “cara adulta” que aún desconocía: Podría tener 5 o 6 años, aquel Domingo de Ramos en el que salí por primera vez de mano de mi padre después de cenar al encuentro de Cofradías. Se aparecía una perspectiva de ciudad desconocida por entonces, de calles oscuras y misteriosas, nada que ver con lo que había sido la tarde. Dimos entonces con un desfile de altos, blancos y silentes nazarenos…”estos no dan cera” me advertía mi padre. Estas filas precedían la llegada un inmenso barco dorado, de una solemnidad tremenda, en el aparecía el Señor rodeado de romanos. Yo era como el niño al que por primera vez dejan ver una película de mayores. Los sones de Patón, aportaban dramatismo a la escena, y se perdían tras rincones desconocidos, mientras nuevamente más silentes nazarenos seguían la comitiva.


Llegaba entonces un Palio tras el que iban tocando el tambor de una forma distinta, seria pero pegadiza.Nadie hablaba. Nos metimos detrás del mismo Paso entre los dos banderines que llevaba la Utrerana –banda que ponía los sones por entonces, y cuya imagen tengo marcada-, esperando que tocaran la marcha que se llamaba como Aquella Virgen. Seguramente fue mi primera “bulla”.


Dicen que la infancia nos marca, este primer encuentro creo las bases de devoción y admiración por parejo, que fueron creciendo año tras año. La mano de San Juan ya me había enseñado el camino. Por entonces tenía este visitante un amigo que, como el resto de su familia, era Hermano de esta misteriosa Hermandad. De la pared de su cuarto colgaba la medalla “-cuando tenga 13 años podré salir de nazareno-” me decía. Nos parecía un mundo… iba aumentando la leyenda. Reconozco que todos estos años me fui enganchando a esta Cofradía, si Cofradía, por que la Hermandad no la conocía.


Por que es así, la Hermandad se “dá” al pueblo a través de la Cofradía en la calle. A mi me fue regalando imágenes y momentos imborrables en mi memoria….el simbolismo de esa Cruz de Guía aproximándose calle Trajano abajo parsimoniosamente, la fuerza de un Paso de Misterio que parece “andar” independiente de la marcha, admirando cada una de sus “revirás”, y el momento sublime de ver acercarse a la María Santísima de la Amargura intuyéndo mas que escuchando los sones de Su marcha.



Fue con la llegada de un gran amigo, con quién este visitante empezó a descubrir la Hermandad. Todos los rituales de preparación de tan perfecta Cofradía, los distintos cultos que jalonaban el calendario. Empecé a descubrir la identidad de algunos de esos altos, blancos y silentes nazarenos de mi infancia. Se convirtieron en fecha clave en el arranque de la Semana Santa el retranqueo de los pasos, el Sábado de Pasión en la Casa Hermandad y las mañanas del Domingo de Ramos en San Juan de la Palma.


Y como culmen a estas vivencias desde al pasado día 16, guardo con celo la medalla de esta ya mi Hermandad. Pero han sido muchos años de caminos paralelos, muchos años en que mi única medalla lucía en la solapa de la chaqueta, en la mañana más grande del año: una pegatina con la Cruz de San Juan, esa que como dijo Carlos Colón descubrimos con melancolía cuando todo está consumado. Esa Cruz que contiene tanto simbolismos, tantos recuerdos, tanta devoción y admiración…y tanta amistad


A Cesar y Ángel, mis hermanos dentro y fuera de la Hermandad

jueves, 12 de febrero de 2009

¿Qué pasos siguen los Pasos?

¿Qué pasaría por la mente del pintor Juan Miguel Sánchez cuando diseñó el palio de Los Negritos? ¿Qué contexto artístico propició que se llevara a cabo? ¿Por qué son tan escasos hoy en día los casos en que un pintor entra a diseñar total o parcialmente un Paso?


Quiere, este visitante, dar un paseo por la Historia y actualidad de los Pasos de Semana Santa, y también preguntarme por su futuro. Ya se ha escrito bastante al respecto ¿tiene cabida la influencia del arte contemporáneo en el diseño artístico cofrade? La primera consideración es tajante, el arte contemporáneo puede ser cuestión de minorías, y la Semana Santa tiene su sentido por y para el pueblo. Esto es innegociable, pero no es menos cierto que la estética de los pasos ha tenido una evolución histórica, con unas etapas revolucionarias y otras de estancamiento.
Así, podríamos tomar como referente de canon estético actual, las andas de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que tallara Ruiz de Gijón allá por el año 1688. Tan influyente es esta obra, que una imitación (que no inspiración, que este término implica una mayor carga de profundidad) de ésta hoy en día, es aplaudida hasta la extenuación. ¿Estancamiento? Tiene pinta de que sí…se confunden conceptos. La Semana Santa es ante todo tradición, pero no tiene por qué ser antigua.
Veamos otra obra, en mi opinión paradigmática, el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno (El Silencio). Es sin duda contemporánea a su época (una reforma diseñada por José Ordóñez en el año 1902 sobre las anteriores andas), conserva los cánones barrocos, pero se atreve a presentar moldurones lisos, sin tallar. Pondría la mano en el fuego asegurando que este diseño, de proponerse hoy en día, no estaría exento de crítica.

Además está demostrado que se puede innovar sin abandonar una estética barroca, se puede evolucionar sabiendo llegar al pueblo. Un ejemplo gráfico es el Paso del Cristo del Calvario (Francisco Farfán 1908), que incorpora novedades: madera de caoba sin dorar, hachones en las esquinas y, sobre todo, el monte tallado simulando roca. Ni que decir tiene que fue muy polémico en su época…pero hay evolución ¿sin polémica?
Llegados a este punto, repara este visitante en que todos estos ejemplos son de Pasos diseñados con la horma de la Imagen que portan, son altares de las mismas. Este debe ser el camino, ¿cómo se ajusta el paso a lo que se está representando? Que maravilla como la canastilla de El Calvario se convierte en monte para hacerse protagonista de la escena.

Quizás, en los pasos de Misterio, no está tan conseguida esta conjunción. Rescataría tres casos, los tres rompedores con sus precedentes. El primero sería el del Desprecio de Herodes (Francisco Posadas 1938), que se ajusta perfectamente a la escena que representa, con un estilo rocalla que le configura un aspecto rico pero sobrio, aportando la solemnidad que requiere el momento. Le seguiría el de Las Tres Necesidades (Guillermo Muñiz 1922), una maravilla que hace que los sevillanos imaginemos el Monte Calvario, como un tapiz de hojarasca. Por último el de la Quinta Angustia (diseñado artísticamente por José Gestoso en 1904) que abrió el campo del ornamento al bronce fundido. Materiales, ornamento, líneas…hay muchas variantes como para acudir siempre a las mismas soluciones. En cuanto a los palios, el estilo juanmanuelino es el que se lleva la palma, alternándose con otros de carácter romántico. El aire fresco llegó con el palio de la Virgen de los Ángeles. Inevitablemente lo diferencia del resto una mente prodigiosa como fue la del pintor Juan Miguel Sánchez, creando un estilo inclasificable pero estéticamente perfecto. Una acción similar se llevó a cabo con el originalísimo paso de la Soledad de San Lorenzo, diseñado por Santiago Martínez.

El panorama hoy en día es bastante desolador, la estética está anclada en unos cánones que a fuerza de repetirse se han convertido en caricaturas de los mismos. ¿Qué han aportado nuevo los pasos de creciente creación? Se convierten en catálogos de virtuosismo artesanal, buscando que el conjunto sea un conjunto de detalles (su contemplación se convierte en un fíjate esto, fíjate lo otro) que pierden, y desvían la atención de lo verdaderamente importante. Que me perdonen si alguien se siente ofendido, pero es la opinión de este visitante. Quizás, como solución, haya que recurrir a pintores u otro tipo de artistas (que no artesanos), que regeneren y configuren un nuevo estilo. Recientemente la Hermandad de Las Siete Palabras ha optado por encargar al pintor Pepe Asián el diseño de su palio, para acabar con una polémica histórica.
Es una reflexión que debe de hacerse para no agotar la vía estética atual. Me despido con una obra que, al tiempo, puede resultar clave en esta evolución. El paso diseñado para Nuestro Padre Jesús Nazareno de Carmona, por el pintor Juan Fernández Lacomba. El Paso es rupturísta por completo: formas puras, madera lacada en rojo, nuevas técnicas como lacerías para los faldones, incluso las maniguetas son de vidrio. Además, y uniendo con la reflexión anterior, el paso está pensado para el Misterio que representa: es asimétrica en sus dimensiones y proporciones para adaptarse a las imágenes del Señor y el Cirineo. ¿Es acertado? Desde luego, desata todos los miedos que llevamos dentro de no reconocer lo que vemos, y la mejor respuesta en estos casos es la crítica mordaz e hiriente (si puede ser con chiste o “parecido razonable” mejor). Pero puede que así se reaccionara en su momento ante el paso de El Calvario, el de la Virgen de los Ángeles o el del la Soledad de San Lorenzo.

Aplaude este visitante la valiente iniciativa de esta Hermandad, acogiéndola con esperanza. Las propuestas mas valientes murieron con la primera mitad de siglo XX (ya comenté algo parecido con la entrada de los Carteles de Fiestas de Primavera, es algo que afectó al sentido estético de la ciudad por completo). ¿Qué pasos siguen los Pasos? Es difícil la respuesta, en Carmona se ha puesto una primera piedra, ¿habrá una segunda?