viernes, 28 de agosto de 2009

Desde el Oriente

Por el antiguo camino de los Panaderos de Alcalá, por donde entra el Sol en Sevilla. Calle Oriente abajo, hasta llegar a la Puerta de Carmona. Este largo paseo, único por estar marcado por una cuenta atrás de azulejos con Estaciones de la Pasión, es el que se dispone a hacer este visitante. El motivo para vencer el calor reinante por el recorrido, es hacer un repaso al eje viario que mayor noticias ha dado en este último mes. Y ha sido complicado, por que en mis idas y venidas de La Ciudad, parecía que el tiempo se hubiera paralizado en la misma.


Voy a extraer el segmento acotado entre los restos de Caños de Carmona que conservamos. Desde Los Pajaritos, que marca un inicio de La Ciudad, dándonos un crudo baño de realidad, contrapunto de lo idílico que pretendemos buscar calle abajo, hasta esos arcos que sobrevivieron al antiguo puente de la Calzada.


Mi primera parada, en la Ranilla, antigua Cárcel cuyo derribo (desde aquí recomiendo visita al “diario de un derribo” del Callejón de Los Negros), no estuvo exento de polémica, entre otras cosas por no conservar la tercera galería, en lugar de recordarla con un Museo de la Memoria Histórica (que ahora parece que es lo que toca), y las dudas en torno a la creación de un parque en el recinto. Parece que gracias al plan de inversiones del Estado se conseguirá ganar este espacio libre y poner en valor lo que nos queda de la antigua Cárcel.

Nos cambiamos de acera, y con ello de solar. Aquí la actuación es mucho más megalómana. Los antiguos terrenos de la Cruzcampo (que ha sido desbancada del ranking de consumo; no le ha sentado bien el lifting a Gambrinus), pasan a ser un barrio de diseño. Norman Foster, Jean Nouvel, Arata Isozaki y Guillermo Vázquez Consuegra, en búsqueda de una imagen moderna, en una de las zonas más indeterminadas de La Ciudad. Cuatro arquitectos de prestigio internacional (esperemos que el sevillano haya dado ciertas nociones del urbanismo de por aquí), frente al reto de dar salida a mas de 2000 viviendas, un hotel, oficinas, etc...Complicados tiempos corren para esto, pero próximamente debe haber noticias. Siguiendo la línea de derribos, ha sido curioso el desmantelamiento de los enormes silos de la fábrica, ha deparado imágenes de un concepto de belleza distinto.

Comentaba antes que con el Templete podemos realizar una cuenta a tras hacia el Centro. Desde el final al principio de todo, buscamos la Antigua Ciudad. Aunque a está vía se le va a dar un carácter de escape. El sentido único, será coherente con el Vía Crucis, pero paradójicamente la hermandad de San Pablo, pondrá un contrapunto en su búsqueda del Centro. Para los desfiles paganos, el acceso será por Eduardo Dato, con la Giralda como referente. No se si funcionará, estéticamente es impactante-

Prosigue este caminante su camino a contra sentido, y una nueva parada le detiene en los Caños de Carmona. La imponente imagen que luce restaurado contrasta con los recuerdos de infancia de una ruina apuntalada y acorralada entre coches y un antiguo puente. Parece mentira pero sigue este visitante con esa imagen muy fresca, casi la invoca los Caños. Un acierto de recuperación, que viene a consolidar uno de los Hitos que –como las Estaciones del Vía Crucis-, jalonan esta vía intentando aportar por acumulación de elementos la falta de interés por su carencia de coherencia urbanística; la evolución camino-carretera-calle en La Ciudad, no está muy conseguida.


Se acerca el fin del paseo, esos otros restos de Caños que aparecieron bajo el puente. La sombra de las vías del tren la atravesamos de una “chicotá”. Unidad de medida única, nada de tres dimensiones, incluye el tiempo y la memoria (esto si que explica la teoría de la relatividad). Quizás por eso este espacio se antoja tan vacío e inhóspito, tanto que este caminante los llena de recuerdos pasados, cruzando por las vías para evitar un rodeo por el puente.


Fin del trayecto, estamos casi en la Puerta de Carmona, donde han empezado las Catas para la Línea 3 de Metro. Parece que se han puesto de acuerdo, pero de lo poco que ha pasado en este último mes en La Ciudad, la mayoría está unido por esta vía. Una vía tan poco coherente como el discurso que he hecho sobre ella, pero que conste que este visitante solo se ha limitado a pasearla.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Esa "otra" Arquitectura

Es todo un clásico la entrada a La Ciudad desde costas gaditanas. El recinto del 29 recibe tanto al visitante, como al hogareño que hace de visitante de otras tierras. Es el eterno contraste; los recuerdos de moderadas temperaturas costeras, los borra de un plumazo una Avenida de la Palmera que emula ese efecto óptico que nos promete agua en el horizonte. Viene a ser el primer espaldarazo de realidad de la calima reinante en La Ciudad estos días.

La entrada desde el Sur, quizá la mas agraciada de La Ciudad, va ubicándonos de nuevo, quizás en la radio suena un anuncio que nos ayuda a despertarnos de la ausencia de estos días…el Parque de Maria Luisa, La Pasarela, el entorno del Prado, -inevitable la mirada al termómetro para retroalimentar nuestra exageración con las temperaturas-; si la llegada es en autobús, éste nos introduce en una zona de La Ciudad espectro de lo que fue, en búsqueda de la Estación del Prado.



Disfruta este visitante de este edificio. Puede ser uno de los grandes desconocidos los, quizás ese ambiente inhóspito a deshoras que envuelve a todas las estaciones del mundo, esa mezcla de trotamundos y sintecho, el carácter efímero, lejos de la seguridad que tanto nos gusta tener, aparte del deporable estado de conservación, clasifica en zonas bajas del ranking a este notable edificio.

Proyecto del arquitecto Rodrigo Medina Benjumea, camino de su 75 aniversario, se trata de una de los mejores ejemplos de arquitectura racionalista de La Ciudad, y de los pocos que permiten convivir viviendas y otro uso de diferente escala de forma armoniosa. Invito a visitar blogs amigos que describen este edificio.

Es más que simbólico que esta ciudad tan tradicional, tras bañar al visitante del regionalismo del 29, lo reciba en esta maravilla racionalista, que además de tiene un tesoro añadido: su vestíbulo. Es fundamental realizar un ejercicio poco habitual: levantar la cabeza; alzar la línea visual de los variopintos personajes que nos podemos encontrar, de las distintas taquillas de aspecto cutre, y contemplar la serie de murales que dejó de legado Juan Miguel Sánchez. Una serie de hasta 8 frescos inspirados en escenas constumbristas.



Resulta que hubo una época en que una arquitectura de gran calidad espacial, (quizás no tanta material), se complementaba con murales de pintores de prestigio. Así, a lo Diego Rivera en el Rockefeller Center, este carismático pintor de El Puerto (quizás influido por esa entrada desde Cádiz), nos dejó un legado único en nuestra arquitectura (también lo hizo en nuestra Semana Santa, con el palio de Los Negritos).



Con esa sensación de que en cualquier lugar se puede encontrar un tesoro, sale este visitante de este edificio, considerándolo como un oasis en el conjunto de edificaciones que fueron minando sucesivamente espacio al Gran Prado de la Feria, condenándolo a ser un cateto parque a la sombra del de Forestier.

El viajero que salga da la estación en autobús, lo primero que observará será el último intento de edificio que ha pretendido acotar el Prado; la vergüenza de las obras paradas de un proyecto, que como hizo la estación, si ha pretendido hacer ciudad, incorporando algo de nivel al panorama de la arquitectura autóctona.



Triste epílogo: un primer edificio –la estación- se esta cayendo (el anexo de oficinas ha sido cerrado por ruina), y un segundo –la biblioteca- se están empeñando en abortarlo. La pena de este visitante es que la valía arquitectónica es lo que menos cuenta (quizás si en vez de una parábola, el acceso a la estación fuera un arquito, o la biblioteca tuviera cornisita, otro gallo cantaría), en una muestra mas de desprecio por la labor del arquitecto. De hecho mantiene este visitante que lo poco aceptado que fue el estilo de la estación entonces, lo está siendo la biblioteca ahora.

En el año 2012, la estación cumplirá 75 años. Un deseo este visitante: que ésta se muestre restaurada; y la biblioteca concluida ,a ser posible, "en su sitio" (que es donde ha sido concebida: ¡ay! esa mania sevillana de "mandar" la arquitectura moderna a otro lado donde no moleste)...Claro que por pedir, lo necesario sería una reordenación general del Prado: origen de todos los problemas...aunque esto se abordará en otra ocasión.

Desde aqui recomiendo una visita con "otros ojos" a la estación del Prado. Merece la pena.