lunes, 14 de septiembre de 2009

El Mercado del Dr. Caligari

Una de las vistas más impresionantes de La Ciudad es, para este visitante, la que se disfruta desde el Puente de los Bomberos cuando al subirlo, se recorta en el cielo la silueta de la Giralda (si es en Miércoles Santo; ya no hay palabras). Normalmente este paseante, tras esa visión empezaría a bajar el puente camino de esas callejuelas que tanto nos gustan.



Pero no hoy, en el paseo de hoy, giro la mirada a la derecha, para encontrarme con un escondido edificio. Un edificio con un sucio presente, un pasado muy vivo, y un futuro bastante incierto: el Mercado de la Puerta de la Carne.

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Bajo por una de esas garitas que rematan los accesos que Juan Talavera y Heredia diseño para el puente de San Bernardo (arquitecto fundamental para el regionalismo sevillano: Barrio de Santa Cruz y Jardines de Murillo incluidos), y voy en busca de lo que queda de este edificio. El primer pensamiento inunda la cabeza de este paseante, es el contraste entre estas dos edificaciones que, paradójicamente son de la misma época (apenas 10 años de diferencia entre ellos), pero son también una huella histórica de lo que ocurría en La Ciudad. Mientras en el 29 triunfaba el estilo costumbrista; las tendencias de la arquitectura viraban a un Movimiento Moderno que del Mercado supo recoger su herencia para Sevilla.



El Arquitecto Gabriel Lupiañez Gely, ganó un concurso (recomiendo abiertamente visitar el artículo de Sevilla XXI sobre el mismo) para Mercado de Abastos, gracias a su funcionalidad. Las otras propuestas bebían aún de ese costumbrismo o una búsqueda del ornato ante cualquier otra cosa. Quizás haya que agradecer a la rigidez económica que saliera adelante una propuesta arquitectónica que resultó pionera en toda España. Este edificio se adelantaba a instrumentos como el GATEPAC, o las obras de Sert, marcando una interesente tipología edificatoria, como son los Mercados de Abastos, que por sus características (estructura, funcionalidad), dejarían de los mejores ejemplos del racionalismo en España (como el mercado de Algeciras).

Una solución a un servicio tan sobria y rompedora, hacen pensar a este visitante que sería acogida por la crítica con cierta repulsión por su estética (hoy en día se le habrían buscado calificativos peyorativos de todo tipo), pero una vez pasados los años queda como uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de la época y, por ende, del contexto histórico en que se enmarca. Hasta influencias del expresionismo alemán se pueden apreciar en su fachada.



Estas curvas expresionistas como de decorado del Gabinete del Doctor Caligari, que se intuyen en su fachada¸ esa incertidumbre de lo que no está cerrado, sin principio ni final, parecen premonitorias del estado en que se encuentra. Mas cercano, en su estado de conservación, a los decorados de aquella primera película expresionista, que a un edificio patrimonio de La Ciudad.



Se asegura que en este mes se inician las obras de su rehabilitación. Eso es lo malo, no que se restaure, si no que se rehabilite a otro uso. Uno de los primeros ejemplos de estructura y distribución adecuada a uso, va a pasar a albergar otro distinto del original. Con el beneficio de la duda del proyecto (que seguro que soluciona brillantemente el programa exigido), piensa este visitante en la pérdida de esta pureza de uso original que albergará, le llega demasiado pronto a este edificio.


Quizás la influencia de los miles de recuerdos del mercado o “la plaza”, que desde la infancia acompañan a este visitante, hacen que sea poco objetivo. Recuerdos que aparecen en forma de sonidos -de voces de placeros, de tertulias de vecinos-; en forma de olores -a pescado y a café del desayuno-; y en forma de visiones fantasmales de puestos llenos de colorido. Dicen que uno de los mejores lugares para conocer el carácter de una ciudad son sus mercados: éste me sirvió de guía en La Ciudad.


Pero basta una vuelta alrededor del edificio para olvidar recuerdos y volver al presente; un edificio fantasma que aspira a ser un centro cultural (centro de exposiciones, teatro, y alguna que otra oficina). Con sus habitantes “provisionalmente” en la Estación de Cádiz, paradójicamente un edificio con cambio de uso obligado y seguro que mas acorde a este uso cultural.


Quizás este juego de cambio de usos de edificios, esta dejadez del patrimonio sea obra de algún hipnotizado del Dr. Caligari, que en vez de personas, se dedica a “asesinar edificios”. El escenario actual ya es sombrío y oscuro; el futuro, esperemos que tenga alguna luz.


Mi homenaje a este edificio, que forma parte de mi memoria. Tan olvidado que hasta su fachada la oculta la calle.